martes, 20 de diciembre de 2011

De ser feliz y no.

Siempre me pasa lo mismo, y siempre término diciendo "Ay, sí, ya no me importa" y me asusta pensar que un día de éstos de verdad ya no voy a sentir nada. Porque puta mala suerte, o destino o cosmos, ya no sé.

Pero desde luego que siento, y mucho. No es fácil olvidar esa clase de cosas, y con el tiempo esos recuerdos se vuelven irreales, los ves lejanos. Es ahí cuando comienzo a preguntarme: ¿De verdad pasó?. Puros sentimientos lindos esa vez. Precioso el intermedio.

¿Y los días anteriores? ¿Y lo que siguió después? Esos no son bonitos recuerdos, duelen y parecen más vívidos que los buenos. Porque siempre me pasa lo mismo y no sé porqué.

Entonces llega el día en que de verdad ya no duele recordar, el día en que te das cuenta que la persona que te hirió resultó más lastimada que tú. Y te das cuenta que no tomó tanto tiempo sanar la herida, es que tantos golpes da la vida, que terminas volviéndote más resistente. Es ahí cuando puedes suspirar y por fin sonreír.

Porque después viene alguien con la frase de: "Sé feliz" cliché que has escuchado una y otra vez, que no acabas de creer, pero que por alguna extraña razón ese día penetra las barreras auto-impuestas y cual pluma que mece el viento, así de suave, se instala en alguna parte de ti ¿En el corazón? ¿En eso que llaman alma? Tal vez fue quien te lo dijo, o la forma, o quizá que fue en el momento justo.

Y en ese instante me doy cuenta de que mis temores son infundados, porque siempre voy a ser hipersensible.

Y de cierta forma eso es bueno.

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