lunes, 10 de octubre de 2011

Verde panza.

"...No vale nada la vida, la vida no vale nada..."

Siempre he dicho que un día me voy a ir de aquí. Estoy a punto de cumplir dieciocho años, estoy a punto de irme a la universidad, estoy a punto de dejar este lugar.

Iré a uno menos soleado, más gris, más frío de clima, pero más cálido para el corazón.

Aquí, donde se apuesta la vida, voy dejando migajas de pan, porque a pesar de todo siempre voy a regresar.

Siempre voy a recordarte como una ciudad compañera, no como amiga (nunca hemos sido tan íntimas).
Voy a extrañar ver llover, y tus calles mojadas después, caminar por la Madero y tus stickers en la  señales.
Tus conductores malhumorados, tus casas a medio derrumbar. Voy a extrañar tu biblioteca, y a los niños bañándose en tus fuentes.
Voy a extrañar los jardines en donde los amantes son infieles, y esas construcciones ignoradas en el centro.
También extrañaré a los que  cantan en tus camiones (siempre las mismas canciones), extrañaré ver un templo en cada esquina.
Voy a extrañar tus helados en espiral, y tus galerías tristemente vacías. Extrañaré las cafeterías sonrientes, y hasta creo que extrañaré las peleas afuera del estadio.
Y cómo no extrañar los graffitis que me miran pasar, tus tianguis los domingos (y toda la semana), tus mercados que poco frecuento.
Y las guacamayas en el parque, y las nieves de San Juan de Dios, los  globos de tu festival y el frío de tu feria. Creo que hasta extrañaré el terrible olor a tenería.

Todavía falta tiempo para irme, pero antes, quiero darte las gracias, compañera. Porque me has visto llorar y reír, correr, saltar, jugar y caer. Aunque nunca creí que te pudiera escribir.

Gracias ti que me has visto crecer, que me verás partir, y regresar también.

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